No, no es un error haber puesto 17. Esta es mi tarta nº 17, pero la hice ayer y he decidido hacer una incursión en ese estricto orden cronológico con el que empecé este blog que no acaba de convencerme, pues los sentimientos no se acogen a orden alguno y no entienden de secuencias temporales.
Esta es una tarta de amor. Así de simple. Hoy es el día de los enamorados.
Desde hace dieciséis años aún siento cómo se esboza una sonrisa en mi interior y se me escapa un suspiro de alivio y paz cuando escucho las llaves en la cerradura de la puerta de mi casa y sé que es mi marido quien va a entrar en ella. No me gusta "mi marido" en este contexto, pues suena a serio y aburrido, aunque a mí me enorgullece decirlo. Preferiría llamarle llana y simplemente mi amor. Aún me ruborizo entonces pensando si estaré bien peinada, y me coloco el pelo en posición estratégica para ocultar esas canas tan impertinentes que han decidido no abandonarme nunca. Aún me estiro la ropa para parecer más delgada, aún me invade la perplejidad cuando descubro una vez más que me siento nerviosa al verle....aún...aún.
Quería hacer una tarta para recordar con ella que él me hace sentir especial y que un día como hoy para mí también lo es por ello.
Quería hacer una tarta para recordar con ella que él me hace sentir especial y que un día como hoy para mí también lo es por ello.
Odio a esas personas que dicen que el día de los enamorados es un invento de los grandes almacenes. Hoy lo he oído de nuevo. Arrasan con la ilusión de cualquiera. Me transmiten una tremenda amargura y una deprimente desidia, la del que sólo canta villancicos por el aguinaldo, la de quien no busca en el fondo del cajón por si acaso encuentra algo que prefería mantener extraviado... Creo que en el fondo lo dicen con el pobre convencimiento del que ansía lo contrario. "El día de los enamorados debería ser todos los días" es su único argumento. De acuerdo, regálame entonces rosas todos los días y celebrómoslo todos los días y parémonos a pensarlo todos los días...¿Por qué no celebrar el amor un día? ¿Por qué no dar gracias por haber encontrado algo que no les está concedido a todos los seres? De forma inexplicable has sido bendecido con el regalo del amor, eres la envidia de tantas personas maravillosas que no han podido encontrarlo y quizá nunca lo hagan ...¿Y a ti te parece una tontería celebrarlo? ¿Te parece una frivolidad? Que levante la mano la mujer a la que no le gusta que el hombre al que ama le regale rosas un día como hoy... Y si esto se lo han inventado de verdad los grandes almacenes, ¡bendito Corte Inglés!
De vez en cuando la vida, como diría Serrat, te concede sólo las hieles del invierno y no te consulta entonces si quieres o no saborearlas. Y el alma se te quiebra en tantos pedazos que ya nunca vuelve a quedar completamente unida y descubres entonces que se han abierto en ella unas terribles grietas que te acompañarán durante el resto de tu existencia. Quedas devastado por la fuerza de la vida, la misma que nos regala felicidad y dolor, no siempre a partes iguales, casi nunca con justicia. No tienes elección, no puedes decirle llevatelo y ya lo viviré en otro momento. Y te despiertas un día preguntándote en qué momento cruzaste la calle sin mirar y fuiste fulminado por aquel camión que se te llevó por delante. No te da la opción. Pero sí tienes la de elegir celebrar lo bueno. Lo aprendí hace mucho tiempo y desde entonces intento vivir de forma especial todas las celebraciones posibles, aunque sólo se trate de una simple comida familiar o entre amigos, pues tengo la certeza vivida de que cuando lo haces surgen sonrisas, miradas y besos que no rellenan aquellas grietas pero ayudan a que sean mucho menos profundas. Porque sólo el amor puede conseguir que mires de nuevo de frente a la vida. ¿Y de verdad no vamos a celebrarlo?
Yo no quiero desperdiciar pues la oportunidad de celebrar el 14 de febrero. Yo quiero hablar de amor un día. Y quiero decirle que él es lo más importante para mí y que mi vida es muy aburrida cuando él no está y que siento vértigo cuando está cerca. Y aunque todos los días lo siento así, y aunque todos los días lo pienso, hoy quiero detenerme en mis sentimientos. Quiero mirarme en sus ojos y sentarme a ver cómo mi vida pasa reflejada en ellos. Quiero que el reloj se detenga y me regale un segundo de eternidad junto a él. Quiero pedirle hoy a ese Dios que aún no sé si existe que no dejemos de sentir así nunca. Quiero que su amor rellene mis grietas y me ayude a tener el alma completa. Quiero regalarle el mío para que en la suya nunca se haga una.
Yo no quiero desperdiciar pues la oportunidad de celebrar el 14 de febrero. Yo quiero hablar de amor un día. Y quiero decirle que él es lo más importante para mí y que mi vida es muy aburrida cuando él no está y que siento vértigo cuando está cerca. Y aunque todos los días lo siento así, y aunque todos los días lo pienso, hoy quiero detenerme en mis sentimientos. Quiero mirarme en sus ojos y sentarme a ver cómo mi vida pasa reflejada en ellos. Quiero que el reloj se detenga y me regale un segundo de eternidad junto a él. Quiero pedirle hoy a ese Dios que aún no sé si existe que no dejemos de sentir así nunca. Quiero que su amor rellene mis grietas y me ayude a tener el alma completa. Quiero regalarle el mío para que en la suya nunca se haga una.
No estoy sola en esto. ¿Acaso hay alguien que no se estremezca viendo Love Actually en ese delicioso momento en que el chico americano atraviesa un océano en busca de Aurelia para declararle su amor cuando ni siquiera hablan el mismo idioma? ¿De verdad, ni un poquito? Pues a mí no me cuesta reconocer que se me caen las lágrimas a borbotones cada vez que la reponen. ¿De verdad no se siente algo especial cuando un 14 de febrero el ascensorista del Empire State Building deja pasar a Harry y por fin se encuentra con Sally, de quien se ha enamorado a través de un programa de radio? ¿Y cuando Jerry Maguire le dice a su chica "Tú me completas"? ¿De verdad no querrías ser esa chica? Pero para sentirlo hay que ver estas películas con el corazón, pues como dice Forrest Gump las cosas esenciales de la vida son invisibles a los ojos. Y ¿por qué no elegir un día al año para meditar sobre todo esto? ¿Y por qué no un 14 de febrero? Me da igual el día, mientras no sea de ese mes el veintinueve....
Ayer empecé mi tarta haciendo rosas, rosas para el 14 de febrero. Si había un día en el que debía aprender a hacerlas, ese era hoy. Lo busqué en un tutorial de internet y para ser las primeras que hago me parece que quedaron preciosas. Me encantan las rosas.
La primera que hice era de un tono más claro, de color coral, pero no me convencía para una rosa de amor.
Así que decidí teñir este fondant coral con un tinte rojo intenso del que se usa para hacer la glasa de las galletas. Me llevó un tiempo, pero mereció la pena, ahora sí era un rojo pasión, un rojo de amor.
Mis niñas me ayudaron a hacer todas las rosas pequeñitas. Tengo un molde perfecto para hacerlas y a ellas les encantó participar de la tarta. Ibamos dejando todo en un plato de papel, en mi pequeña cocina, sin más glamour que el cariño que se respiraba al moldear las tres juntas el fondant.
Después sus pequeñas rositas quedaron así en la tarta...divinas, como ellas...
Esta mañana al levantarme he visto unas preciosas rojas rojas en mi cocina. Son tan bonitas...Y estas no eran de fondant, son de verdad y cuando las miro siento el mismo amor que cuando le oigo llegar a casa. Vaya, parece que mereció la pena quedarme hasta las dos de la mañana haciendo una tarta que no probaré, pues estoy a dieta, cuando hoy trabajaba y me he levantado a las 7 y media, como cada mañana. Me lo pasé bien haciéndola... ¡Me encantó hacer las rosas!.. Me llené de amor. Gracias, San Valentín, me hiciste sentir viva una vez más.
Cuando escuché a aquel bohemio escritor decirle a Satine esta frase en Moulin Rouge, supe que lo mío no era frecuente y que soy una privilegiada y volqué todo mi amor en harina tamizada y chocolate fundido y así nació esta tarta.
Lo mejor que puede ocurrirte es que ames y seas correspondido.
A mí me ocurre.