sábado, 9 de marzo de 2013

6 - UN ZOO DE AZÚCAR

     Una tarde aburrida de verano les propuse a mis hijas hacer una tarta fondant. Tenía en la nevera desde hacía meses unas chocolatinas especiales  (flaked chocolate bars)  que me envió mi prima desde Irlanda, pues yo no las encontré por aquí. ¡Suerte que el chocolate tarde tanto en caducar! Son muy originales, pues tienen la apariencia de troncos de árbol o de pedazos de leña. Es la misma prima, aunque tengo más,  esta es la única..., que me regaló una Navidad hace tiempo, antes de que yo hiciera mi primera tarta,  un precioso libro de tartas fondant que se llamaba " Quick and easy celebration cakes". Me encanta mirar sus fotos de vez en cuando y en más de una ocasión me han ayudado a decidirme por algún modelo. Una de estas tartas era una especie de zoo rodeado de muchos tronquitos de madera a modo de valla, bueno o de arca, como de hecho decía su título en el libro: "El arca de los animales".
     Cogimos todos los trozos sueltos de fondant que quedaban en la caja de restos de otras tartas. Lo cierto es que los colores eran feos y bastante poco apropiados para los animales, pero no era cuestión de hacer una tarta perfecta sino de pasar un ratito encantador haciendo animales con ellas. Y empezamos a modelar con ellos los 4 animales que la formaban. Fuimos siguiendo las indicaciones del libro para modelar cada uno de ellos.
  

     Empezamos por el león. Esa melena gris y esa cara roja no eran precisamente tonos muy favorecedores para los pobres leones, reyes de la selva, pero sus Majestades tuvieron que conformarse con este nuevo look y digamos que no salieron del todo mal parados.

  
  
   
    Le tocó ahora el turno a los osos. ¡Negros y verdes! Sí que eran originales. Parecían ositos marcianos pero quedaron simpáticos y tiernos. No teníamos útiles apropiados de modelaje pero fue divertido usar materiales caseros:  cucharas, tenedores, pajitas, palillos....Con las altas temperaturas del verano y la sequedad del ambiente enseguida se le hacen grietas al fondant y algunos nos salían feos pero ¡y lo que nos reímos por ello!



   Aún faltaban los tigres. Tigres verdes con el morro rojo... ni quedaron fieros ni quedaron tiernos... en realidad no sé cómo quedaron... ¿una especie  nueva? Le dibujamos los rasgos faciales con el rotulador de tinta negra comestible pero no conseguimos darle calidez alguna, más bien quedaron altivos y muy, muy serios.




   Por último, los elefantes.  A Clara le gustaba hacerlos y le quedaban bien, así que ella hizo casi todos. ¡Esta vez sí coincidimos en el color! Sorprendentemente los elefantes de la tarta modelo ¡¡eran rosas!! Quizá por eso nos pareció que quedaron mejor que el resto. Fuimos juntando todos en un plato de plástico y sin darnos cuenta, habíamos hecho un magnífico zoo entre las tres. Fue muy entrretenido modelar todos estos animalitos. He de reconocer que cuando se modela es de gran ayuda seguir instrucciones para hacerlo, pues para quienes como a mí no se nos da demasiado bien, nos sirve para ir guiando nuestros pasos, una no puede imaginarse en qué puede convertirse una bola de fondant si sabes cómo darle forma. Eso sí, no sé quién es luego capaz de comerse algo así. El fondant es excesivamente dulce y creo que ni un niño podría comerse la cabeza de uno de estos animales. Ni siquiera Clara, que sé que viene a acompañarme cada vez que empiezo una tarta para comerse en un algún descuido mío, o eso cree ella..., pequeños pellizcos de fondant, especialmente si son de sabores, como el de frambuesa, que  es el más rico de todos.


    Cortamos entonces las barritas de chocolate, bueno las que iban quedando después de que mis hijas se fueran comiendo algunas de ellas trocito a trocito, y las dispusimos como una cerca alrededor del bizcocho. Cubrimos este de chocolate fundido que nos hiciera la función de pegamento y por fin venía lo más divertido, colocar a los animalitos para dar apariencia de zoo o de arca, como sugería su título. Como habíamos metido una pajita por el cuerpo de cada animal era fácil pincharlas en la tarta...eso parecía. A mis niñas les resultaba imposible hundir los animales en el bizcocho sin mancharse los dedos de chocolate, no sé si era sin querer o... sin querer evitarlo, pues ese chocolate era delicioso. De ese modo, los animales se fueron manchando cada vez más del chocolate de sus dedos y aquella valla de pequeños troncos se tambaleaba cada vez más al paso de sus manos por ella!! Y este fue el resultado final.


    Afortunadamente no era para nadie, pues como veis, la tarta entera se inclinaba y el fondant tenía aspecto agrietado y estaba pringado de restos de chocolate. Además esos animales de extraños colores parecían futuristas. Pero aquella tarta fue una delicia, porque la compartí con ellas y nos reímos tanto modelando a estas fieras que sin ninguna duda , durante este ratito, en sus pequeñas manos cobraron vida y puedo asegurar que en algún momento oí rugir a uno de estos leones.













domingo, 3 de marzo de 2013

5- UN HAPPY IMPROVISADO PARA CLARA

    Clara llegó como un regalo. Un regalo bien hecho siempre es una sorpresa, pues no sabes qué es hasta que no lo desenvuelves. Así es Clara desde que nació y así lo sigue siendo, una continua y fascinante sorpresa. Imagina el envoltorio más bonito, quizás fuera una caja azul con rayas blancas y un lazo morado muy intenso, un lazo grande y precioso, pero nada pomposo, una sencilla y elegante lazada, como ella. Parece tan delicado, que aún no lo he desenvuelto del todo. A lo largo de estos años he ido tirando poquito a poco del lazo, despacito, para no dañarlo, para no estropear nada... me da miedo romper siquiera una esquinita. Y así, se va dejando ver poco a poco y cada trozo que veo me gusta más que el anterior y me sorprende tanto o más que los que ya he descubierto. Es un regalo inmenso, inacabable, desbordante de emociones e ilusiones nuevas, un regalo de vida.
    La mañana que Clara cumplía 11 años todo estaba preparado: la fiesta con la familia, sus regalos, su ramo de flores en el salón... tal y como ella me pidió para cada cumpleaños cuando tan solo cumplía cinco. Pero de pronto me di cuenta de algo. ¡No tenía una tarta fondant! No podía ser, su prima y su hermana habían tenido una y ¿ella no? ¡Qué descuido por mi parte! Una cosa así es la que puede rasgar el lazo... Mi niña se merecía una tarta buena y dulce, muy dulce, como es ella. Era necesario ponerse manos a la obra. ¿Qué podía hacerle ilusión? Quizá aquí nació la idea de pensar en lo que le gusta a esa persona antes de decidir el diseño de la tarta, pues a excepción de la tarta de Marta y la de Ana, donde era obvia la temática, ninguna otra tarta hasta ahora había sido el resultado de los gustos y sentimientos de cada persona hechos pastel.  En aquel momento a Clara le encantaban los "Happys" y de hecho, muchos de sus regalos de aquel cumpleaños fueron happys: taza de happy, boli de happy, cepillo de happy, cartera de happy... era inevitable, debía ser una tarta de happy. ¡Además era tan fácil! Me daba tiempo a hacerla sin problemas. Hice rápidamente las planchas de bizcocho y me fui a comprar fondant amarillo, los happy suelen ser amarillos. La regué bien con almíbar y quedó empapadita por completo. ¡Fue la primera tarta esponjosa que hice! pues hasta ahora, el bizcocho quedaba algo espeso, aunque a mí me gusta también así.

   
    
Cubrirla de fondant fue muy fácil, como la de Hello Kitty, pero esta la sentía mucho más, era un Happy pensado para Clara, lo que ella querría. La bordeé con rosa por darle algún color diferente y la cubrí con margaritas blancas, como las de su ramo. Por último escribí su nombre y sus años en el borde de la tarta y aunque la hice demasiado rápido y eso siempre se nota, quedó una tarta feliz, lo que era.

 





A Clara le encantó su tarta. Fue casi improvisada, pero respondía a lo que a ella le hacía ilusión. ¡Y de eso se trataba! No son solo ricos pasteles. De esos se pueden hacer muchísimos, deliciosos, de muchos sabores y diferentes recetas. Pero yo creo que el fondant sirve para hacer y regalar ilusión. La tarta de Clara me lo enseñó. Y esta vez lo conseguí y le regalé un trocito del esfuerzo, del cariño y de la alegría que ella nos regala sin pensarlo cada día. Y esta tarta sí tenía sonrisa, aunque reconozco que me quedó un poco extraña... La de Clara al verla sí fue una sonrisa preciosa y entonces me di cuenta de que valió la pena salir corriendo a la tienda a por el fondant y hacer un bizcocho apresurado por sacar a alguien a quien quiero tanto una sonrisa tan bonita. No sé si puedo esperar hasta su próximo cumpleaños para hacerle la que tengo en mente, una tan especial para ella que quizá hasta cobre vida y... ¡no puedo contarlo! Perdería encanto y no quiero... habrá que esperar a su cumpleaños.



   Y mientras ese cumpleaños llega, seguiré poco a poco desenvolviendo ese increíble regalo que me hicieron hace once años, intentando hacerlo con todo el amor del mundo, cuidándolo con especial cariño, pues es uno de mis bienes más preciados, un trocito vital del aire que me permite respirar cada día. Y aunque lo voy viendo poquito a poco no hace falta descubrirlo del todo para saber lo que es , yo ya lo sé sin duda alguna. Se trata de un brillante, una piedra preciosa de una pureza única que con su brillo deja deslumbrado a quien la mira. 
    Cuando la miro yo mi alma se hace un happy.

4- UNA HELLO KITTY SIN SONRISA



     Esta tarta se la hice a mi hija Claudia en su 7º cumpleaños. En realidad a ella nunca le ha gustado mucho Hello Kitty. Pero una persona  que hace unas tartas fabulosas me dijo una vez que ella había hecho por encargo y bien pagadas, por cierto, docenas de tartas de Hello Kitty. ¿Quizá debería cambiar de profesión? Mi amiga Anita, la de la boda, siempre quiere que montemos un negocio de tartas, así, en nuestras horas libres, como si fuera tan fácil….claro, tiene treinta años…aún su cabeza puede dejarse invadir por alguna que otra locura, aunque no sé por qué hablo… yo también consiento que aún entren algunas en la mía y además, siento que me quedé en los veinte… No, no saldría bien, mis tartas llevan todas un corazón dentro, y ese corazón ni es negociable ni es comestible ni puede surgir por encargo.



     Pensé que era un buen momento para probar a hacer una. Como ya he dicho en alguna tarta anterior, aún no me había propuesto hacer una tarta especial pensando en cada persona. Por eso debo reconocer que aunque quedó mona no estuvo a la altura, ni siquiera a los pies, de lo que Claudia merecía… otra persona, bueno, personita, con quien tengo una deuda de tarta….no es la única, ni mucho menos … Por cierto, con Quique ya pagué mi deuda pero mi comentario sobre su reciente tarta de “El fantasma de la ópera” y su historia tendrá que esperar turno.

     Esta tarta es muy fácil. La parte de la decoración con fondant, lo más divertido para mí, es muy aburrido. Cubres con fondant blanco, haces los bigotitos, modelas el lazo ¡¡y se acabó!! Me pareció aburrida. Además la hice muy rápido, no hay más que ver el lazo...Pero bueno, ahí está. A Claudia le gustó verla, pero no le dedicó más que los segundos reglamentarios para apagar las velas… prefería sus Squinquis. ¿Que qué son? Pues quizá mi siguiente tarta para Claudia sea sobre ellos, ya lo descubrirás…

     
   Esa tarta no representaba a Claudia pues no incluía en su receta ninguno de sus ingredientes vitales. Estos son algunos, pero no se pueden medir en gramos, hay que cerrar los ojos para saborearlos.

   ¿Sabes lo que se siente cuando esa primera brisa del verano acaricia suavemente tu rostro y tu respiración queda pausada y profundamente extasiada en ella? Cierra los ojos y siéntela ahora. ¿Conoces el olor a paz, a descanso, a vacación? Cierra los ojos y disfrútalo ahora. Seguro que alguna vez te has sentido profundamente aliviado al despertar  y comprobar que aún quedan dos horas para que suene el maldito despertador que te hará sacar los pies de tu calentito edredón al que te abrazas ahora como si fuera tu segunda piel. ¿Qué dios del Olimpo te envió esas dos horas eternas? Cierra los ojos y duérmelas ahora. ¿Has contemplado alguna vez un pueblecito nevado escondido en la montaña? ¿Te ha cortado la respiración su paisaje y el frío de esa nieve de terciopelo? Cierra los ojos y tócala ahora. Seguro que tumbado en la playa te has evadido del mundo adormeciéndote al rumor de las olas. Puedes oírlo ahora si te lo propones.  Cuando alguna vez , creyendo que la tableta de chocolate se ha terminado, abres el armario y descubres una onza escondida, quizá esperándote, descolocada entre paquetes de galletas, envuelta en papel de plata pidiendo ser rasgado, ¿no te pareció haber encontrado un tesoro? ¡Qué dulce al deshacerse en tu boca! Saboréala ahora. Una fuente inagotable de agua fresca que inunda los campos secos y hace renacer la esperanza de que surjan de nuevo en ellos pequeños brotes de vida. La carcajada limpia y contagiosa en mitad del serio discurso de cada día. El sabor a casa, el ceñir de tus zapatillas, el placer y la calma de tu sofá y tu mantita mientras llueve afuera…

   Todo eso…la tranquilidad, el refugio, la vacación, la risa, la sorpresa, la frescura, la esperanza, la alegría… todo eso es Claudia. Claudia es una fábrica de dulzura y de sonrisas. De esas que le faltan a esta tarta de Hello Kitty. Por eso esta tarta no le pega. ¿Por qué Hello Kitty no tiene sonrisa? ¿Cómo puede gustarle a un niño una muñeca sin sonrisa? 


    
     La próxima vez usaré esta receta y me olvidaré de hacer pruebas de diseños no sentidos. Hornearé todos sus ingredientes a la temperatura correcta para que sea una tarta de verdad pensada para Claudia, una tarta donde la sonrisa que le faltó a esta sea lo que es ella, una  sonrisa increíblemente perfecta.