Clara llegó como un regalo. Un regalo bien hecho siempre es una sorpresa, pues no sabes qué es hasta que no lo desenvuelves. Así es Clara desde que nació y así lo sigue siendo, una continua y fascinante sorpresa. Imagina el envoltorio más bonito, quizás fuera una caja azul con rayas blancas y un lazo morado muy intenso, un lazo grande y precioso, pero nada pomposo, una sencilla y elegante lazada, como ella. Parece tan delicado, que aún no lo he desenvuelto del todo. A lo largo de estos años he ido tirando poquito a poco del lazo, despacito, para no dañarlo, para no estropear nada... me da miedo romper siquiera una esquinita. Y así, se va dejando ver poco a poco y cada trozo que veo me gusta más que el anterior y me sorprende tanto o más que los que ya he descubierto. Es un regalo inmenso, inacabable, desbordante de emociones e ilusiones nuevas, un regalo de vida.
La mañana que Clara cumplía 11 años todo estaba preparado: la fiesta con la familia, sus regalos, su ramo de flores en el salón... tal y como ella me pidió para cada cumpleaños cuando tan solo cumplía cinco. Pero de pronto me di cuenta de algo. ¡No tenía una tarta fondant! No podía ser, su prima y su hermana habían tenido una y ¿ella no? ¡Qué descuido por mi parte! Una cosa así es la que puede rasgar el lazo... Mi niña se merecía una tarta buena y dulce, muy dulce, como es ella. Era necesario ponerse manos a la obra. ¿Qué podía hacerle ilusión? Quizá aquí nació la idea de pensar en lo que le gusta a esa persona antes de decidir el diseño de la tarta, pues a excepción de la tarta de Marta y la de Ana, donde era obvia la temática, ninguna otra tarta hasta ahora había sido el resultado de los gustos y sentimientos de cada persona hechos pastel. En aquel momento a Clara le encantaban los "Happys" y de hecho, muchos de sus regalos de aquel cumpleaños fueron happys: taza de happy, boli de happy, cepillo de happy, cartera de happy... era inevitable, debía ser una tarta de happy. ¡Además era tan fácil! Me daba tiempo a hacerla sin problemas. Hice rápidamente las planchas de bizcocho y me fui a comprar fondant amarillo, los happy suelen ser amarillos. La regué bien con almíbar y quedó empapadita por completo. ¡Fue la primera tarta esponjosa que hice! pues hasta ahora, el bizcocho quedaba algo espeso, aunque a mí me gusta también así.
Cubrirla de fondant fue muy fácil, como la de Hello Kitty, pero esta la sentía mucho más, era un Happy pensado para Clara, lo que ella querría. La bordeé con rosa por darle algún color diferente y la cubrí con margaritas blancas, como las de su ramo. Por último escribí su nombre y sus años en el borde de la tarta y aunque la hice demasiado rápido y eso siempre se nota, quedó una tarta feliz, lo que era.
A Clara le encantó su tarta. Fue casi improvisada, pero respondía a lo que a ella le hacía ilusión. ¡Y de eso se trataba! No son solo ricos pasteles. De esos se pueden hacer muchísimos, deliciosos, de muchos sabores y diferentes recetas. Pero yo creo que el fondant sirve para hacer y regalar ilusión. La tarta de Clara me lo enseñó. Y esta vez lo conseguí y le regalé un trocito del esfuerzo, del cariño y de la alegría que ella nos regala sin pensarlo cada día. Y esta tarta sí tenía sonrisa, aunque reconozco que me quedó un poco extraña... La de Clara al verla sí fue una sonrisa preciosa y entonces me di cuenta de que valió la pena salir corriendo a la tienda a por el fondant y hacer un bizcocho apresurado por sacar a alguien a quien quiero tanto una sonrisa tan bonita. No sé si puedo esperar hasta su próximo cumpleaños para hacerle la que tengo en mente, una tan especial para ella que quizá hasta cobre vida y... ¡no puedo contarlo! Perdería encanto y no quiero... habrá que esperar a su cumpleaños.
Y mientras ese cumpleaños llega, seguiré poco a poco desenvolviendo ese increíble regalo que me hicieron hace once años, intentando hacerlo con todo el amor del mundo, cuidándolo con especial cariño, pues es uno de mis bienes más preciados, un trocito vital del aire que me permite respirar cada día. Y aunque lo voy viendo poquito a poco no hace falta descubrirlo del todo para saber lo que es , yo ya lo sé sin duda alguna. Se trata de un brillante, una piedra preciosa de una pureza única que con su brillo deja deslumbrado a quien la mira.
Cuando la miro yo mi alma se hace un happy.
Cuando la miro yo mi alma se hace un happy.
oohhhhh¡¡¡¡ qué bonito¡¡¡ lo ha leído Clari?? jaja... si fuera Marta estaría preguntandome cada 5 minutos, mamá, cuál será la tarta para mi cumple??? tienes suerte de que Clara sea como es, jaja....
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